Acta est fabula

sábado, 26 de noviembre de 2016



Aunque ante vosotros me presento ahora como una de los muchos “potterheads” (fan de Harry Potter) que hay en el mundo, los que me conocen desde hace bastante, saben de mi amor por la saga que escribió J.K. Rowling. Tanto es así, que en mi décimo octavo cumpleaños me regalaron «Quidditch a través de los tiempos» y «Animales fantásticos y dónde encontrarlos». Pero, mi afán por conocer más sobre el mundo de mi mago favorito, me hizo buscar por toda librería de Sevilla el ejemplar de «Los cuentos de Beedle el Bardo», sin encontrarlo en ninguna parte.

Finalmente, perdí la esperanza de encontrarlo en papel, pero, ni mucho menos me iba a quedar sin conocer los cuentos que el propio Ron mencionó cuando Hermione recibió como herencia el ejemplar de «Los cuentos de Beedle el Bardo» que perteneció a Albus Dumbledore en vida:


Así que busqué y busqué por Internet y acabé encontrando un formato compatible con mi libro electrónico. Debo admitir que me dio muchísima alegría y me lo comencé ese mismo día, devorándolo con ganas puesto que me lo terminé poco después de empezarlo. Digamos que tengo algo de parecido con Hermione Granger a la hora de leer con avidez cada libro que cae en sus manos.

Para empezar, he de deciros que como dice Ron en la cita de arriba, el libro está compuesto por un total de cinco relatos para niños pertenecientes a una familia de magos. Entre los títulos que ha dado nuestro amigo pelirrojo en ese breve fragmento de «Harry Potter y las reliquias de la Muerte», hay que sumarles los de “El corazón peludo del brujo” y la historia que todos conocemos gracias a la última entrega de la saga: “La fábula de los tres hermanos”, más conocida como “La leyenda de las reliquias de la Muerte”.

Como ocurre con los cuentos infantiles que nosotros conocemos o como dirían en el mundo de Rowling: “los cuentos para muggles”, éstos tienen sus propias enseñanzas, dirigidas al niño mago o a la niña bruja para que sepa cómo ha de afrontar la vida con su don y, por supuesto, que la magia puede ser buena o mala dependiendo de cómo la use su portador. Esta enseñanza o moraleja la podemos encontrar en “El corazón peludo del brujo”, al igual que en “El mago y el cazo saltarín” y en “La fuente de la buena fortuna” conocemos la generosidad y en la segunda también el trabajo en equipo.

Pero, no sólo eso, además narra en uno de sus cuentos, concretamente en “Babbitty Rabbitty y su cepa carcajeante” los peligros a los que se enfrentaba un mago o una bruja en la Edad Media; es decir: la caza de brujas, la hoguera, etc. Debían de vivir clandestinamente y tener cuidado para no mostrar sus poderes mágicos ante cualquier muggle (o no-majs, que ahora se ha puesto de moda llamarlos así).

¿Qué destaco más del libro? Sin duda, las anotaciones que hay tras los mismos y que pertenecen a Albus Dumbledore, como si en la última edición de estos cuentos mágicos (hablando claramente refiriéndome al universo de J.K.) se hubieran publicado además las notas del difunto director de Hogwarts dónde da su opinión.

Nada más os tengo qué decir, sólo que le deis una oportunidad a estos cuentos como se la dio Hermione, incluso después de escuchar como Ron pensaba que “La Cenicienta” era una enfermedad. 


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