Acta est fabula

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Antes de nada me gustaría confesarme: Nunca, antes de este libro, había leído algo de Shakespeare. Al menos, no algo suyo propiamente. Había leído, como todos -supongo-, adaptaciones de tal o cual obra en el instituto y en el colegio. Pero la verdad es que nunca me había dado por ahondar más en sus obras, supongo que quizás fuera precisamente la obligación impuesta de leer adaptaciones para clase, lo que me hiciera volverme algo reacio a este autor (también me ha pasado con otros, como Dickens o Victor Hugo). Para seros sinceros, no me gusta que me obliguen a hacer cosas. Y las lecturas obligatorias para clase, bajo mi punto de vista, están muy mal planteadas. Pero en fin, eso es otro tema.

Tras mucho meditarlo, decidí que ya iba siendo hora de leer algo del gran dramaturgo inglés; no podía seguir ni un día más considerándome a mí mismo bibliófilo sin haberme visto inmerso entre sus letras. Así que, tomé la decisión de comenzar «Macbeth». Me decidí por esta obra en concreto porque (sinceramente) me llamaba muchísimo la atención la adaptación cinematográfica que hicieron hace no mucho, con Fassbender como protagonista -y además la tenía en la tenía en la estantería haciéndome ojitos-. Pensé: "Esta es la mía"; antes de ver la peli, leo el libro y mato "dos pájaros de un tiro". Y eso hice.


Lo empecé con muchísimas ganas y lo devoré casi enseguida. Pero, sin embargo, me dejó un poco igual a como estaba antes de leerlo; no sé cómo explicarlo, no quiero decir que por leer un libro de Shakespeare ya me convierta en la persona más culta del lugar, pero sí que me esperaba que me impactara más de lo que lo hizo. Probablemente, si hubiera sido otro autor -desconocido- quien hubiera firmado este libro, al haberlo leído me hubiera parecido bueno, sí, pero tampoco una obra maestra. Quizás yo no sea quién para juzgar qué es o qué no es una genialidad pero, sinceramente, este libro no me lo pareció.

La trama, todo hay que decirlo, se desarrolla con soltura; se nos presenta -de una forma algo acelerada- a unos personajes bien definidos, que llegamos a conocer rápidamente y en cierta profundidad. El estilo del autor, indudablemente excelente, se adecua a la perfección al tono de la obra. La premisa de la cual se parte para formar la historia es la siguiente: Después del fragor de una batalla, Macbeth es asaltado por unas brujas que le anuncian profecías tan dulces a sus oídos como la propia miel al paladar: Le prometen que será rey. Estas "diosas del destino" hacen mella en el espíritu leal del guerrero, que hará todo cuanto esté en su mano para cumplir la profecía, sin importarle manchar sus manos y su honor de sangre amiga y aliada. La obra trata, a fin de cuentas, del crimen y del castigo, de la lealtad y deslealtad, de lo atrayente que supone lo prohibido y lo sobrenatural, y de cómo el poder (o las ansias del mismo) puede corromper a cualquier ser.

En conclusión, recomiendo encarecidamente a todo lector asiduo que se introduzca en los clásicos. Creo que es muy buena forma de conocer épocas concretas y formas de escribir formidables. ¡Pero cuidado! Muchísimo cuidado con las altas expectativas que puedas tener de ellos, que luego pueden dejarte tan seco como me dejó a mí este en concreto (ese es mi consejito del día).


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